Recados

¿Por qué pajareo?

Hace ya dos años que inicié en el mundo del pajareo (entiéndase: la observación de aves), y un poco más desde que empecé a destinar esfuerzos en registrar y documentar la biodiversidad de mi entorno. Y lo que inició como una actividad cuyos efectos pensé que estarían principalmente en el ámbito científico, terminó impactando profundamente en mí.

Cuando empiezas a pajarear, es común empezar a intentar reconocer aves de acuerdo a sus límites, buscando páginas o guías de campo como Aves de Chile o Aves del Sur u otras similares. Pronto, sin embargo, aprendes que hay aves que se pueden ver a lo largo de todo el país, o incluso que están en varios países, algunas veces permanentemente y, otras, como parte de sus procesos migratorios (a estas alturas ya es famosa la travesía que realiza el zarapito de pico recto para entre Chiloé y Alaska). Así, la categoría Aves de Chile empieza a difuminarse para pensar en ellas como Aves que están en Chile ya que, ¿quién podría decir si el zarapito es en realidad chilote o alaskeño? Es más fácil decir que a veces está en Chiloé y, a veces, en Alaska.

Algo similar ocurre con aves como el huairavo, que posee un rango de distribución casi mundial. En los lugares más australes le conocemos como huairavo o bauda, pero en otros lados se le llama martinete o night-heron, y los científicos le llaman Nycticorax nycticorax. Por supuesto, el huairavo es ajeno a tales etiquetas, pues ninguna sería capaz de aprehender totalmente su identidad. Incluso, podría suceder que un mismo individuo sea nombrado de maneras diferentes a medida que se mueve por su rango de distribución.

Para mí, como persona que vive y trabaja a casi 1800 km de la ciudad en la que creció y estudió, y que se encuentra pronta a mudarse nuevamente a más de 1000 km, me resulta fácil identificarme con aves como el zarapito o el huairavo que desafían no solo las fronteras territoriales y políticas, sino que también los límites identitarios. El zarapito no tiene que escoger y presentarse como «hola, soy un ave de Chile» o «howdy! I’m from Alaska«, ni el huairavo elegir entre uno de sus tantos nombres, sino que sus propias existencias desafían tales etiquetas.

Así, en el zarapito y el huairavo encuentro una invitación a reflexionar sobre nuestras propias identidades. Ellos no se definen por un solo lugar o un nombre. ¿Por qué tendríamos que hacerlo con nosotres? ¿Por qué no podríamos abrazar nuestras identidades como algo en tránsito, que puede cambiar con el tiempo, el lugar, la experiencia?

Creo, además, que el pajareo necesariamente impacta en quiénes somos y cómo nos relacionamos, ya que para pajarear es menester prestar atención a sonidos, movimientos y colores que en realidad siempre hemos visto y oído, pero no mirado ni escuchado. Cuando una persona no está interesada en las aves, sus cantos son filtrados automáticamente y, cuando son detectados, solamente provocan un tímido «¡ah! qué lindo cantan los pajaritos!«. Pero, cuando empiezas a pajarear, tienes que aprender a desenmarañar el nudo de los cantos, a identificar los horas del día y épocas del año en que se intensifican, o a reconocer los distintos tipos de vuelo.

En su libro Cómo no hacer nada, Jenny Odell cuenta que fue precisamente el pajareo una de las actividades que le permitió empezar a reflexionar sobre la atención en el mundo moderno. Y es que al pajarear escogemos deliberadamente prestar atención a estímulos que de otra manera no atenderíamos, y esta manera de prestar atención, una vez desarrollada, puede empezar a ejercerse sobre otros aspectos de nuestra vida. Además, requiere de un estado de concentración y apertura que exige, por ejemplo, desactivar las notificaciones y conectarte realmente con quiénes te rodean, ya sean compas de pajareo, el sitio en que te encuentras o las aves en sí mismas.

Así, resulta que el pajareo se convirtió no solo en una actividad que transformara mis paseos y recorridos diarios en datos útiles para la ciencia, sino que terminó transformando la manera en que veo y me relaciono con el mundo e incluso la forma en que me veo y relaciono conmigo mismo.