Recados

Una educación para Ohmu y zorros ardilla

La hecatombe se detiene. Los Ohmu interrumpen su frenesí y la gente por fin comprende los secretos detrás del Fukai. Nausicaä, con sus ropas húmedas por la sangre de los insectos, emerge victoriosa desde el campo dorado con Teto, el zorro ardilla, sobre su hombro. Después de mucho tiempo, la profecía al fin se ha cumplido. ¿Es este el fin de la aventura? ¿Bastará este acto heroico para evitar que el mundo vuelva a estar en peligro? ¿Volverán el aire y el agua a estar limpios una vez más, permitiendo a los ecosistemas florecer y fructificar? Probablemente no, y creo que Nausicaä estaría consciente de ello. ¿Qué sucedería entonces si Nausicaä tomara el desafío de reconstruir el sistema educativo para que los aprendizajes de su aventura no desaparezcan en el tiempo? ¿Cómo sería esta nueva educación, respetuosa con los Ohmu, los zorros ardilla y el bosque?

Buena parte del aprendizaje de Nausicaä sobre el Fukai provino de la experimentación en su jardín secreto, y aprendió otro tanto luego de estar en las profundidades del Fukai mismo. Sin ambas experiencias, Nausicaä no habría tenido los conocimientos necesarios para evitar la catástrofe. Es de suponer, por lo tanto, que un eje central estaría en la experiencia y en la práctica, incluyendo tanto trabajos en laboratorios como salidas a terreno, y cuyos objetivos no serían la mera ilustración de conceptos teóricos o demostración de leyes y principios, sino que ayudarían a generar también nuevos conocimientos dentro de lo que la práctica escolar permita.

Ahora que el rol del Fukai en el mundo está más dilucidado, sería reforzado el conocimiento profundo de su flora, fauna y funga, y si bien esta tarea recaería probablemente en centros de investigación y universidades, el uso de guías de campo y bases de datos de biodiversidad generadas a partir de esos trabajos serían comunes en las escuelas. Esto iría de la mano con un enfoque local: es poco probable que el Fukai sea uniforme en toda sus extensión (recordemos que Yupa informa que ya hay tres países que han sido absorbidos por el bosque). Así, las criaturas estudiadas en el Valle del Viento no serían las mismas que en Tolmekia o en Pejite. Sin embargo, aunque los detalles variarían de acuerdo con cada lugar, el espíritu sería el mismo, y no se perdería de vista el panorama global en que está imbricado cada territorio.

Todo este conocimiento, sin embargo, no iría enfocado hacia el control del Fukai ni de las especies que lo habitan. No se promovería a pensar en sus plantas, animales, hongos y microbiota como recursos, como fuente de alimentos o fibras o medicamentos. Por el contrario, el énfasis estaría puesto en ver al mundo como un sistema complejo interconectado de componentes orgánicos e inorgánicos, sensible a las perturbaciones y resiliente solo hasta ciertos puntos. Por supuesto, esto no llevaría a un conservacionismo radical que impida obtener recursos de los ecosistemas, sino que invitaría a la gestión respetuosa, colaborativa, basada en la confianza, en la que la humanidad sea solo una parte más del mundo y que, como tal, debe participar de los ciclos en igualdad de condiciones que el resto materia orgánica e inorgánica.

Otro eje importante sería la comunidad. Las acciones y decisiones de Nausicaä son inseparables de su compromiso con el Valle del Viento y su gente, por lo que su sistema educativo tomaría también ese compromiso como vertebral. ¿Cuáles son los problemas de las personas? ¿De qué manera la escuela podría mejorar su calidad de vida? ¿Cómo lograr que el conocimiento académico se traduzca en un impacto positivo para la comunidad? No tengo dudas sobre que estas preguntas serían centrales en este sistema.

Sabemos también que el mundo de Nausicaä ha pasado por dos grandes eventos catastróficos: los Siete Días de Fuego, en donde la civilización quedó tan devastada que cambió el modo de vida de las personas, y luego la guerra alimentada por el afán imperialista de Tolmekia, acompañada con los intentos de destruir el Fukai. Por lo tanto, la educación de Nausicaä también enfatizaría la memoria: los Siete Días de Fuego, la destrucción de Pejite y la estampida Ohmu serían eventos conocidos por todo el mundo, y sus causas y consecuencias serían profundamente estudiadas y discutidas. Es probable que los restos del último Dios Guerrero se convierta en un Sitio de Memoria.

Redondeando las ideas, me parece que la educación que sería necesaria para el mundo post-Fukai sería una educación cuyo objetivo principal no sea preparar a la fuerza laboral o generar movilidad social (aunque no tiene por qué estar peleada con esto), sino ayudar a las personas a reconciliarse con su entorno, tanto natural como social, teniendo en consideración los desafíos del presente y las catástrofes del pasado, pero enfocados desde el entendimiento, la comprensión y la confianza en que se puede construir un mundo mejor.

Creo que es obvio que no me he esforzado en ocultar que la educación que he imaginado para el mundo post-Fukai es la educación que considero necesario hoy. Y es que no es ningún misterio que esta obra de Miyazaki, así como gran parte de sus trabajos, tiene un fuerte mensaje medioambientalista, y que el bosque tóxico es una poco camuflada metáfora del cambio climático y de la plastificación de nuestro mundo. Sin embargo, y aunque hemos tenido macabros preludios, tal vez aún podamos evitar nuestros Siete Días de Fuego y la extensión de nuestro Fukai, y empezar a vivir hoy la educación que necesitaremos mañana.